
Destilados amargos. Por: Gustavo Duncan. Gota a gota Octubre 23 de 2008
La semana pasada un reportaje de la Revista Cambio reveló la dimensión del mercado de crédito informal en Colombia: ocho de cada diez créditos son informales. Nada más indicativo de la realidad nacional que un problema que expresa tanto las falencias de la economía formal para incluir a toda la población dentro de un capitalismo democrático como los problemas de valores y conductas de los colombianos. Puede que en términos de volumen total de recursos del sector financiero, los créditos informales no constituyan una porción tan alta de la asignación de préstamos. Pero el hecho de que el mayor número de transacciones crediticias no sean producto de instituciones financieras reguladas por el Estado, es una advertencia que la economía formal del país presenta graves fallas en cuanto a su democratización. El crédito, una de las partes fundamentales del capitalismo moderno, es un servicio de lujo. En teoría una banca democrática cumple la función de captar los ahorros de la sociedad para que su clase empresarial pueda financiar la producción económica. A cambio de utilizar esos recursos los empresarios pagan unos intereses que incluyen las pérdidas de los préstamos no recuperados. Una banca eficiente debe evitar los préstamos a empresarios que no estén en condiciones de pagar porque encarece el crédito a quienes sí están comprometidos en ampliar el sector productivo nacional. La decisión de no pagar un crédito puede obedecer a que el empresario simplemente no tiene cómo hacerlo -por quiebra o iliquidez- o a que por razones éticas decide no cumplir sus deudas. Los bancos deben entonces identificar las probabilidades de pago de los empresarios para evitar que la plata de los ahorradores se diluya. Existen tres mecanismos básicos para garantizar que los clientes cumplan sus compromisos: activos físicos, fiadores e historial crediticio. El problema en Colombia es que un 80% de los clientes de préstamos no cuentan ni con activos ni con fiadores ni con historial de crédito para acceder a la banca formal. Deben buscar créditos en el sector informal que cuenta con otro mecanismo para garantizar los pagos: la disuasión armada. La violencia se convierte así en un medio alternativo para lograr que los potenciales clientes acudan al sistema sólo cuando están seguros de poder pagar, y de paso, evitan que muchos individuos pobres de ética decidan eludir sus compromisos crediticios. En otras palabras, el sistema bancario informal es un caso más donde la violencia se convierte en un mecanismo efectivo de regulación económica para aquella población que no puede ser atendida por el sector formal debido a sus barreras estructurales (falta de activos, conocimientos de las transacciones, etc). Lo más grave es que la mayoría de esos clientes son capaces de pagar las tasas de usura del sector informal. Los famosos sistemas de ‘gota a gota’, pese a su brutalidad e infamia, cumplen una función importante al permitir a muchos empresarios de bajos recursos y nula liquidez sobrevivir en medio de riesgosas transacciones. Sin importar los problemas de estos sistemas económicos los individuos cumplen sus obligaciones. La gran pregunta es: ¿cumplirían estos mismos individuos sus obligaciones si no existiera una amenaza violenta? Si fuera así los bancos no tendrían mayores problemas para atenderlos. Quizá este ejemplo sea una advertencia de los problemas éticos que afronta la sociedad colombiana y que deberíamos reconocer si quisiéramos en verdad modernizar nuestra sociedad. (*) Profesor de la Universidad de Los Andes
GOTA A GOTA
GUSTAVO DUNCAN
PERIODICO EL PAIS
OCTUBRE 23 DEL 2008
OPINION PERSONAL
Jennifer Bedoya Sánchez.
Este articulo habla sistematizadamente de aquellas personas que comúnmente poseemos problemas económicos, debido a esto nos vemos en la obligación de pedir prestamos en una entidad bancaria; pero algunos cuentan con el infortunio de no tener todos aquellos requisitos solicitados por esta; como lo son: la falta de activos, conocimientos de las transacciones, etc. Por esto la mayoría de personas al sentirse en la obligación o en la necesidad de cumplir con aquellas necesidades diarias que los agobian, deciden tomar esa “ayuda” ligera, pero no se dan cuenta del verdadero maleficio que se están ocasionando.
Muy aparte de observar y darnos cuenta del verdadero robo que es esta clase de prestamos, deberíamos tener en cuenta principalmente la problemática mas grave, como lo es el modo en que algunos de estos prestamistas cobran su dinero…Estoy totalmente de acuerdo con Gustavo Duncan en donde plantea que nosotros la mayoría por salir de aquellos aprietos, tomamos decisiones a la ligera y pedimos aquellos prestamos; pero luego es que viene esa situación embarazosa y además peligrosa de aquellas personas cuando no se les cumple con su pago…Como dice el autor, muchos optan por la violencia con tal de recibir su dinero, sin importar las justificaciones que se les de. Como expresa el autor, estamos permitiendo que la violencia y problemas éticos por los cuales esta pasando nuestra sociedad colombiana…
Considero que deberíamos tomar mas conciencia sobre esta clase de situaciones, teniendo en cuenta que al hacer parte de esto, estamos demostrando que aunque sea por simple necesidad y desesperación es pura ignorancia y desinterés, ya que a pesar de que tenemos claro las verdaderas y desagradables consecuencias estamos aportando para que esta clase de situaciones abunden en nuestro país…
3 comentarios:
La verdad, que por mucha necesidad que haya, no veo por que las personas tengan que tomar este metodo de prestamo, todos sabemos que por muy demorado que sea, la via legal siempre va a ser la mejor la que nos va a ofrecer mejores resultados.
las personas son muy ingenuas biendo que por cada prestamo le cobran el triple,pero si tu no pagas te pueden meter en problemas.
es momento de que las empresas bancarias brinden mayor facilidad de prestamo y que acabemos con estos prestamistas ladrones del gota a gota que se quieren apreovechar de las personas cobrando una alta tasa de interes es horrile esta situacion, pero es desafortunadamente lo que nos toca vivir en colombia...
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