viernes, 21 de noviembre de 2008

Fallas, Lunares, Orejas.


Fallas, lunares, orejas
Por: Héctor Abad Faciolince


Las palabras que escojemos para hablar sobre cualquier asunto no son neutras ni son siempre inocentes. Al usar una expresión en vez de otra, lo que estamos revelando es una actitud mental, bien sea de censura, de complacencia, o bien, como en el caso que voy a analizar, un intento por disminuir y casi minimizar la gravedad de los hechos.
La revista Semana, en su edición virtual, señala que el presidente Uribe les dio “otro jalón de orejas a los militares”. El ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, habló de “lunares” que no manchan por entero a la institución militar. Y el ministro de Justicia, Fabio Valencia Cossio, declaró que hubo “fallas cometidas por algunos miembros de la Fuerza Pública”.
“Fallas, jalón de orejas, lunares”, esas son las expresiones que se usan. Tengan en cuenta que, en los tres casos, estamos hablando de crímenes atroces, es decir, de la desaparición, y posterior asesinato, de algunos jóvenes inocentes de Soacha y otras poblaciones o barrios pobres del país. Pero el lenguaje que emplean para comentar el castigo a semejantes crímenes, es el mismo que usaríamos para reprender, casi con simpatía, la indisciplina o las picardías de un grupo de niños en la escuela: jalarle las orejas por sus fallas a uno de los lunares de la clase.
Naturalmente la purga de 27 oficiales y suboficiales es mucho más que un “jalón de orejas”, es una echada del colegio. Pero aunque la medida le dé una buena señal al Ejército, es insuficiente. Ante todo, no sabemos si todos los oficiales destituidos están implicados en esta masacre de jóvenes, o si entre ellos se aprovecha la ocasión para sacar oficiales por otros motivos inconfesables; se debería decir con claridad cuáles de estos militares, y en qué medida, están involucrados en el plan macabro (estilo neo-nazi) de “limpiar” los barrios de drogadictos, homosexuales, retrasados mentales o simples inconformes, mediante la carambola a dos bandas de engañarlos, alejarlos del sitio, y luego presentarlos como subversivos muertos en combate.
Esto es atroz y no se resuelve con una simple destitución de militares. Habría que revelar la verdad completa de los llamados “falsos positivos” (otro eufemismo del lenguaje para no hablar de terrorismo estatal), pedirle perdón a todo el país, y reparar a las víctimas (y cuanto antes, no dentro de quince años cuando lo ordene la Comisión de Derechos Humanos de la OEA). Está bien que Uribe, al fin, les hable duro a los militares, la institución más mimada y mejor financiada durante sus dos gobiernos, y que destituya a unos cuantos.
Pero debería al mismo tiempo, como señalaba Rodrigo Uprimny en estas mismas páginas, comprometerse también con el apoyo al proyecto de ley que busca dar reparación a las víctimas de los agentes del Estado. Es imperdonable que el Gobierno se oponga a una medida que es obvia en un país donde muchas veces ha sido el Ejército (en alianza con los grupos paramilitares, o con los narcos) el que ha cometido actos de una sevicia inaceptable contra la población civil.
Cuando salieron a relucir los falsos positivos de Soacha, el Gobierno quiso tapar el escándalo inflando en los medios el crimen de un niño secuestrado y asesinado por su padre. Antes, cuando el Polo citó al ministro Santos para un debate sobre el premio a los militares por matar falsos subversivos, hace años, se dijo que esas denuncias no eran más que calumnias de la oposición. Ahora resulta que no lo eran; las calumnias acabaron siendo verdades, y los falsos positivos deberían tener otro nombre: crímenes atroces más que homicidios simples. Ahora todos los ciudadanos tendremos que responder, con los impuestos, para pagar millonarias y justas indemnizaciones a las víctimas. Ojalá los militares implicados participen también con su patrimonio. Y ojalá estas destituciones no se queden en mera propaganda, “jalones de orejas, fallas menores y pequeños lunares” de una institución intocable y ejemplar.


Respecto a este tema .....Es una situacion bastante incomoda en nuestro pais, que como todo ...Nos damos cuenta pero no aceptamos esta cruel realidad y tampoco hacemos nada por mejorarlo...Al contrario con nuestro silencio y demostracion de temor, estamos expresando que nos importa muy poco lo que pueda pasar en nuestro pais, que lo que pasa a nuestro alrededor si no es con nosotros, no nos importa...Esto apesar dee uq eno sea con nosotros, deberiamos ponerle mucha atencion, porque asi como hoy lo esta viviendo una persona muy aparte de nosotros, el dia de mañana podemos ser nosotros si no paramos cuanto antes esta absurda realidad...!!!

UN APLAUSO



Un aplauso. Está muy bien que por fin los más altos representantes del Estado empiecen a reconocer lo que desde hace decenios un general tras otro, un ministro de Defensa tras otro, un presidente tras otro, han negado en redondo: que las Fuerzas Armadas cometen excesos. Torturas. Detenciones que terminan en la desaparición de los detenidos. Ejecuciones extrajudiciales. Crímenes de guerra. Hay que felicitar al presidente Uribe, al ministro Santos, al general Padilla, por su decisión de pasar a retiro a tres generales y siete coroneles (y otros tres más hace ocho días), más una docena de oficiales y suboficiales de menor rango, por los infames "falsos positivos" con decenas de muertos denunciados en las últimas semanas.Está muy bien que se empiece a limpiar el Ejército (y la Policía, y el DAS), y ya iba siendo hora: sólo falta un año para que venza la reserva de siete que establecieron al alimón el presidente saliente Andrés Pastrana y el entrante Álvaro Uribe ante la Corte Penal Internacional, blindando al Estado colombiano frente a las responsabilidades por crímenes de guerra durante el tiempo que según su cálculo optimista tomaría derrotar a la subversión en Colombia.Está muy bien que los crímenes se reconozcan. Y que se acepte por primera vez que no se trata de actos aislados de "elementos descorregidos", de "manzanas podridas", de "ovejas negras" que no entrañan responsabilidad institucional ni política de sus superiores, sino que, por el contrario, la comprometen tanto por omisión como por acción. Pero la necesaria limpieza del Ejército, de la Armada, de la Fuerza Aérea, de la Policía, del DAS, de todos los organismos secretos del Estado, habrá que repetirla una y otra vez, indefinidamente, mientras no cambien de verdad las convicciones profundas de los militares que hacen la guerra y de los civiles que la ordenan desde el poder político. La convicción profunda, reforzada además por el adiestramiento y el ejemplo recibidos de los Estados Unidos, de que todo vale en la guerra contra la subversión, hoy llamada narcoterrorista; ayer, comunista; antier, bandolera. De que valen el asesinato y la tortura, la desaparición forzada, la expulsión, porque el enemigo no merece respeto.Todo vale porque la vida no vale nada. La de los demás: esos, literalmente, desechables que constituyen el grueso del pueblo colombiano (y que hay que distinguir, claro, de los llamados "colombianos de bien"). Los desechables se pueden desechar. Usar y tirar. Eliminar cuando ya no sirven. Intercambiar. Pueden ser usados indiferentemente como guerrilleros o como paramilitares, como sicarios de la mafia o como mensajeros de moto o como desempleados o como subempleados o como reinsertados o como votantes cautivos o como víctimas de los "falsos positivos militares". Su vida real no importa, salvo desde el ángulo de la estadística. Por eso puede el coronel Plazas Vega, aquel que "defendía la democracia, maestro", decir que los cadáveres de los desaparecidos de la cafetería del Palacio de Justicia están donde no están, y tiene que salir Medicina Legal a desmentirlo. Ah, ¿eran otros muertos? Da lo mismo.Para saber si los pases a retiro de unos cuantos oficiales significan que de verdad está cambiando esa convicción profunda de que hablo hay que ver si son seguidos de algo más: de juicios, de condenas. Pues la desaparición forzada, que trabajosamente fue por fin tipificada como delito en el año 2000, no ha tenido en los siete años transcurridos desde entonces ningún acusado, ningún procesado, ningún condenado, pese a que sigue afectando a unas quinientas personas cada año. Y la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada, firmada por el gobierno de Colombia en septiembre de 2007, no ha sido ratificada todavía. Y en la discusión que se adelanta en el Congreso sobre la Ley de Víctimas, el gobierno y sus parlamentarios leales se rehúsan obstinadamente a reconocer como víctimas del conflicto (y a reconocer que hay conflicto) a las que lo hayan sido de los agentes del Estado: soldados, policías, detectives del DAS. Como si no existieran.Todavía falta, pues. Y no sólo porque la lucha por la verdad y la justicia sea una lucha interminable que nunca se puede dar por ganada del todo, sino porque el reconocimiento hecho esta semana por los más altos representantes del Estado sobre sus culpas parece insuficiente todavía, apenas de labios para afuera. Así, al presidente Álvaro Uribe se le escaparon dos expresiones reveladoras al hacerlo. Una fue la de que los desaparecidos habían sido "ajusticiados" por el Ejército. La otra, la de que con sus masacres, de Guaitarilla a Soacha, los militares "nos hacen quedar mal". "¿''Ajusticiados" los asesinados? ¿Y simplemente "queda mal" quien secuestra a alguien para matarlo y presentar su cadáver como un "positivo"? En los dos casos, las palabras del Presidente se quedaron algo cortas.Pero bueno: es un comienzo. Que sigan por ahí. Y, de nuevo, un aplauso.
Estoy totalmente de acuerdo con el articulo, ya era hora de que toda esa hipocresía e ironia empiece a ser descubierta, porque a pesar que todos sabemos que la realidad es cruel y triste, pues no nos proponemos esa labor de hacer que la gente se concientice verdaderamente de todas esas injusticias que existen en nuestro pais….Debemos empezar por quitarnos esa venda de los ojos y sin mas ni menos revelar esa bola de mentiras que nos afecta a todos pero por una o utras circunstancias no contamos y por el contrario ocultamos….Y como muy bien lo expresa el texto...UN APLAUSO...!!!!!

jueves, 20 de noviembre de 2008

OCHO DE CADA DIEZ CREDITOS APROBADOS SON INFORMALES..!!!





Carlos, un vendedor de frutas, repite la misma rutina todos los días: pedir prestado para comprar la mercancía. Su jornada empieza a las 4:00 a.m. en el mercado de abastos del sur de Bogotá, a donde regresa cinco horas después con la plata que le prestaron más el 20 por ciento de interés. "Me cobran por hora -dice-. Es la única forma que tengo de sobrevivir y me toca endeudarme para que mi familia coma".
En el barrio Quiroga de la capital, Flor Alba, de 55 años, vive de vender tamales y les paga a los prestamistas 40.000 pesos semanales por un crédito de 200.000. "Trabajo para pagar la deuda -afirma-. Nadie me presta la plata y me toca pagar esos intereses porque no tengo otra opción".
En Buenaventura, Juan Carlos ha sido sentenciado a muerte dos veces por los prestamistas, cuando se atrasa en el pago del crédito. "Eso de las deudas es sagrado y si uno no responde paga con la vida -sostiene-. Muchos han dudado de las amenazas y hoy están bajo tierra".
Los casos de Carlos, Flor Alba y Juan Carlos son apenas una pequeña muestra de un fenómeno generalizado conocido como crédito 'gota a gota', una siniestra modalidad de préstamo informal que se ha extendido por todo el país y que según conocedores del tema representa ocho de cada 10 créditos aprobados, que son ajenos a las regulaciones del sistema financiero. "Es un cáncer que nos está consumiendo y no le hemos encontrado remedio -dice el analista económico Jorge Martínez-. Lo grave es que, como toda enfermedad mortal, cuando se le ponga el 'tatequieto' será demasiado tarde".
Según un informe sobre la realidad del crédito informal en Colombia, preparado por el Programa Midas de la Agencia para el Desarrollo de Estados Unidos, Usaid, los colombianos están acudiendo más a este tipo de préstamos que a los bancarios porque son ágiles, no exigen tanto papeleo, requisitos y garantías, y son adjudicados con la sola presentación de la cédula y una recomendación.
Según el informe, más de 2,5 millones de hogares, sobre todo de los estratos 1, 2 y 3, y más de 400.000 microempresas acuden a este sistema extrabancario para endeudarse, y las deudas superan los 2,4 billones de pesos. "Los bancos podrían atender a esta población pero no lo hacen porque hay límites a las tasas de interés y los costos de operación de estos créditos son muy altos -explica Mariana Paredes, asesora de Midas Usaid-. Si eliminaran esos límites habría más posibilidades de que los bancos prestaran dinero en condiciones más flexibles".
Expertos estiman que el crédito 'gota a gota' es utilizado hoy por cuatro de cada cinco colombianos que se ven obligados a endeudarse a tasas de interés promedio superiores al 275 por ciento anual. Es decir, casi nueve veces por encima de la tasa de usura de los bancos que es de 31,53 por ciento para créditos de consumo. "El 'gota a gota' tiene arruinados a los más pobres pero es la única opción que poseen para salir adelante porque los bancos no les prestan -señala Paredes-. Y el problema es que con la crisis actual el fenómeno seguirá en alza".
Trampa mortal
El crédito 'gota a gota' presenta un problema adicional que preocupa a las autoridades, y es que muchos asumen estos préstamos para poner el dinero en manos de empresas captadoras ilegales que les prometen multiplicarlo en corto tiempo. Se calcula que existen 240 empresas de esa naturaleza en el país y que uno de cada 40 colombianos tiene metida plata en este negocio, que es conocido como el de las pirámides. "La quimera de las pirámides está llevando a que muchos se endeuden con el fin de hacer rendir mejor su platica -explica Alfonso Garzón, presidente de Asocambiaria-. Lo grave es que están jugando con candela y pueden quemarse y terminar peor de lo que estaban, porque es una actividad ilegal sin garantías".
Por otra parte, y contrario a lo que sucede con un crédito bancario, el cobro de los préstamos ilegales se hace a las buenas o a las malas. "Si no pagan, los acreedores saben que su vida y la de su familia es la que está en juego -asegura el analista Jorge Daniel Rodríguez-. Y aunque no hay una investigación que lo sustente, no cabe duda de que muchas muertes en las regiones están relacionadas con esta grave situación".



GOTA A GOTA
REVISTA CAMBIO


OPINION PERSONAL
Jennifer Bedoya Sánchez.

Este articulo nos muestra esta grave situación que se esta viviendo en el país, de aquellos llamados prestamos gota a gota.
Considero que como dice en el articulo, la mayoría de las personas que acuden a estos prestamos son de estrato bajo, este bien podría ser entre 1,2 y 3; ya que son las personas a las cuales les cuesta muchos mas trabajo cumplir con aquellos requisitos solicitados por las entidades bancarias, así que optan por tomar el camino mas fácil pero menos recomendado; ya que estos prestamos puede que nos saquen de una mala situación, pero luego nos ponen en una peor…Esto es una situación bastante preocupante y lamentable, ya que se ven cantidad de personas inclusive haciendo esta clase de prestamos para meterla en alguna “entidad”, aquellas llamadas pirámides, para que su dinero se les multiplique; pero ellos a pesar de tanto anhelo y esperanza por recuperar y producir, son bastante decepcionados por las verdaderas segundas intenciones de estas personas, que sin corazón, ni compasión, deciden quitarle a estas personas lo poco que tienen o que han conseguido con sudor de su frente…
Es verdaderamente decepcionante ver como las personas a pesar de observar todas estas situaciones, siguen ingenuas o ignorantes creyendo que la solución es así de fácil…En vez de buscar opciones como esta, en la cual nos pintan maravillas, deberíamos invertir ese dinero en algo que valga totalmente la pena, algo que nosotros nos demos cuenta que en verdad funciona. La vida no es tan sencilla como la pintan, si queremos algo luchemos por ello, no esperemos que otro lo haga por nosotros… Igualmente en este entonces hay que aprender a ser un poco desconfiados si queremos conservar lo que tenemos, no ser tan “inocentes” de ver la vida color de rosa y pensar que otro producirá plata por nosotros….


DESTILADOS AMARGOS..!!!


Destilados amargos. Por: Gustavo Duncan. Gota a gota Octubre 23 de 2008


La semana pasada un reportaje de la Revista Cambio reveló la dimensión del mercado de crédito informal en Colombia: ocho de cada diez créditos son informales. Nada más indicativo de la realidad nacional que un problema que expresa tanto las falencias de la economía formal para incluir a toda la población dentro de un capitalismo democrático como los problemas de valores y conductas de los colombianos. Puede que en términos de volumen total de recursos del sector financiero, los créditos informales no constituyan una porción tan alta de la asignación de préstamos. Pero el hecho de que el mayor número de transacciones crediticias no sean producto de instituciones financieras reguladas por el Estado, es una advertencia que la economía formal del país presenta graves fallas en cuanto a su democratización. El crédito, una de las partes fundamentales del capitalismo moderno, es un servicio de lujo. En teoría una banca democrática cumple la función de captar los ahorros de la sociedad para que su clase empresarial pueda financiar la producción económica. A cambio de utilizar esos recursos los empresarios pagan unos intereses que incluyen las pérdidas de los préstamos no recuperados. Una banca eficiente debe evitar los préstamos a empresarios que no estén en condiciones de pagar porque encarece el crédito a quienes sí están comprometidos en ampliar el sector productivo nacional. La decisión de no pagar un crédito puede obedecer a que el empresario simplemente no tiene cómo hacerlo -por quiebra o iliquidez- o a que por razones éticas decide no cumplir sus deudas. Los bancos deben entonces identificar las probabilidades de pago de los empresarios para evitar que la plata de los ahorradores se diluya. Existen tres mecanismos básicos para garantizar que los clientes cumplan sus compromisos: activos físicos, fiadores e historial crediticio. El problema en Colombia es que un 80% de los clientes de préstamos no cuentan ni con activos ni con fiadores ni con historial de crédito para acceder a la banca formal. Deben buscar créditos en el sector informal que cuenta con otro mecanismo para garantizar los pagos: la disuasión armada. La violencia se convierte así en un medio alternativo para lograr que los potenciales clientes acudan al sistema sólo cuando están seguros de poder pagar, y de paso, evitan que muchos individuos pobres de ética decidan eludir sus compromisos crediticios. En otras palabras, el sistema bancario informal es un caso más donde la violencia se convierte en un mecanismo efectivo de regulación económica para aquella población que no puede ser atendida por el sector formal debido a sus barreras estructurales (falta de activos, conocimientos de las transacciones, etc). Lo más grave es que la mayoría de esos clientes son capaces de pagar las tasas de usura del sector informal. Los famosos sistemas de ‘gota a gota’, pese a su brutalidad e infamia, cumplen una función importante al permitir a muchos empresarios de bajos recursos y nula liquidez sobrevivir en medio de riesgosas transacciones. Sin importar los problemas de estos sistemas económicos los individuos cumplen sus obligaciones. La gran pregunta es: ¿cumplirían estos mismos individuos sus obligaciones si no existiera una amenaza violenta? Si fuera así los bancos no tendrían mayores problemas para atenderlos. Quizá este ejemplo sea una advertencia de los problemas éticos que afronta la sociedad colombiana y que deberíamos reconocer si quisiéramos en verdad modernizar nuestra sociedad. (*) Profesor de la Universidad de Los Andes



GOTA A GOTA

GUSTAVO DUNCAN
PERIODICO EL PAIS
OCTUBRE 23 DEL 2008



OPINION PERSONAL
Jennifer Bedoya Sánchez
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Este articulo habla sistematizadamente de aquellas personas que comúnmente poseemos problemas económicos, debido a esto nos vemos en la obligación de pedir prestamos en una entidad bancaria; pero algunos cuentan con el infortunio de no tener todos aquellos requisitos solicitados por esta; como lo son: la falta de activos, conocimientos de las transacciones, etc. Por esto la mayoría de personas al sentirse en la obligación o en la necesidad de cumplir con aquellas necesidades diarias que los agobian, deciden tomar esa “ayuda” ligera, pero no se dan cuenta del verdadero maleficio que se están ocasionando.
Muy aparte de observar y darnos cuenta del verdadero robo que es esta clase de prestamos, deberíamos tener en cuenta principalmente la problemática mas grave, como lo es el modo en que algunos de estos prestamistas cobran su dinero…Estoy totalmente de acuerdo con Gustavo Duncan en donde plantea que nosotros la mayoría por salir de aquellos aprietos, tomamos decisiones a la ligera y pedimos aquellos prestamos; pero luego es que viene esa situación embarazosa y además peligrosa de aquellas personas cuando no se les cumple con su pago…Como dice el autor, muchos optan por la violencia con tal de recibir su dinero, sin importar las justificaciones que se les de. Como expresa el autor, estamos permitiendo que la violencia y problemas éticos por los cuales esta pasando nuestra sociedad colombiana…
Considero que deberíamos tomar mas conciencia sobre esta clase de situaciones, teniendo en cuenta que al hacer parte de esto, estamos demostrando que aunque sea por simple necesidad y desesperación es pura ignorancia y desinterés, ya que a pesar de que tenemos claro las verdaderas y desagradables consecuencias estamos aportando para que esta clase de situaciones abunden en nuestro país…